Considerado uno de los tipos de cáncer más letales, con una tasa de supervivencia relativa del 12%, el de páncreas también es uno de los más desconocidos para la población en cuanto a sus causas y consecuencias.
Si bien algunos cánceres ocupan el mayor foco de investigación y difusión de datos y estadísticas en torno a su impacto, como lo son el de mama, cervicouterino, pulmón o estómago, en México el cáncer de páncreas ocupa desde el 2021 el decimosegundo puesto de los más detectados en el país, con 4,489 casos y un 4.9% de las defunciones por esta enfermedad, según estadísticas del Instituto Nacional de Ciencias Médicas Salvador Zubirán.
Para entender la letalidad de este padecimiento hay que profundizar en la escasa información sobre las estadísticas, prevención, diagnóstico y tratamiento de este, labor en la cual VAPORTI y Fundación Grisi han sido pioneras.
En conclusión de varios especialistas y autoridades en el rubro oncológico, la ubicación misma del páncreas es un factor detonante para una detección que más que oportuna y temprana se realiza en estadios avanzados cuando las células cancerígenas se han diseminado más allá del origen, de ahí la importancia de que como primer paso aprendamos a reconocer la localización de este órgano y sus importantes funciones en el cuerpo humano.
Posicionado en la cavidad abdominal, justo detrás del estómago y rodeado por los intestinos, entre el duodeno y el bazo, el páncreas se presenta en una forma de pera alargada de entre 12 y 20 cm de longitud.
Posee la denominación de órgano glandular, ya que además de su función digestiva centrada en la liberación de enzimas y jugos para la digestión, se encarga de producir hormonas como la insulina y el glucagón, la primera producida por las células de islotes y encargada de regular el azúcar en la sangre, mientras que la segunda aumenta su nivel en la sangre según se requiera.
Aunque no existe un consenso sobre qué factores externos detonan la división anómala de células que originan el cáncer pancreático, la mayoría de estudios e investigaciones como los auspiciados por la American Cancer Society apuntan a los antecedentes familiares, los síndromes hereditarios y cuestiones como la edad (la mayoría de diagnósticos se realizan en adultos de más de 45 años) y el género (los hombres son más propensos en un 30% a desarrollarlo) como los principales focos de riesgo.
A esto hay que añadir factores modificables, pero con una alta incidencia, como lo son el tabaquismo y consumo de alcohol en exceso, la dieta rica en alimentos procesados y grasas poco saludables, el sedentarismo y las enfermedades relacionadas a estos últimos como son la obesidad, sobrepeso y diabetes.
La mayor parte de los tumores cancerígenos tienen su origen en las células exocrinas, aquellas encargadas de producir las enzimas digestivas liberadas al intestino a través del conducto pancreático, las cuales además componen la mayor parte de este órgano glandular, y que recibe el nombre de adenocarcinoma, el cual representa el 95% de los casos.
Además del adenocarcinoma, los otros tipos de tumores malignos que aquejan el páncreas y que representan el 5% siendo los menos comunes, son el carcinoma adenoescamoso, carcinoma de células escamosas, carcinoma de células en anillo de sello, carcinomas indiferenciados y el carcinoma ampular que se produce en la ampolla de Vater, o aquella estructura que conecta el páncreas con el ducto biliar.
En la mayoría de estos casos el tumor se origina dentro de los conductos pancreáticos, los cuales discurren a lo largo del cuerpo de este órgano. Para fines de medición, los expertos sanitarios han dividido su evolución en cinco etapas o estadios, dependiendo del tamaño del tumor y su grado de expansión:
Estadio 0: conocido también como carcinoma in situ define la formación del tumor en las capas externas del conducto pancreático.
Estadio I: Dividido a su vez en los sub estadios IA y IB, indica el crecimiento del tumor entre 2 y 3 cm, aunque se encuentra todavía confinado al conducto pancreático.
Estadio II: También dividido en dos subestadios, IIA y IIB, de los cuáles el primero indica un crecimiento a no más de 4 cm y su confinamiento al páncreas, mientras el segundo representa un crecimiento a más de 4 cm y su expansión a dos o tres ganglios linfáticos adyacentes.
Estadio III: En este punto el tumor además de crecer gradualmente empieza a invadir más de tres ganglios linfáticos adyacentes así como algunos vasos sanguíneos.
Estadio IV: Representa la metástasis del tumor o su expansión a otros órganos y sitios distantes.
Según las estadísticas citadas del Instituto Nacional de Ciencias Médicas Salvador Zubirán, en nuestro país en promedio el 48.4% de los pacientes con cáncer de páncreas se diagnostican en una etapa IV, lo cual representa una posibilidad reducida de supervivencia y que los esfuerzos clínicos rindan frutos, mientras que un 12.9% se le diagnostica en etapa III y al 25% cuando el tumor todavía se encuentra localizado en el páncreas.
Ante estas cifras refrendamos el compromiso de VAPORTI y Fundación Grisi de crear una red informativa que permita a nuestra población crear conciencia sobre este padecimiento, conocer su origen, los factores de riesgo que pueden detonarlo y la necesidad de un monitoreo médico continuo que permita una detección oportuna, ligado a un acceso universal y justo a los servicios de diagnóstico y tratamiento. Recuerda compartir.
Fuentes:
https://www.cancer.gov/espanol/tipos/pancreas
https://www.cancer.org/es/cancer/tipos/cancer-de-pancreas/acerca.html
https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2023/EAP_Cancer.pdf
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